Todos llevamos diferentes marchas en el camino de la vida –igual que en una bicicleta– nos hacen avanzar a diferentes velocidades.
Es justamente la capacidad de identificar los momentos vitales de las personas a nuestro alrededor lo que muchas veces separa el rencor de la admiración, la dejadez de la amistad, el desamor del amor.
Esa visión nos ayudará a comprender mejor sus decisiones vitales, nos permitirá conectar con ella y nos volverá capaces de encontrar nuestros intereses comunes sobre los que construir una relación.
El desarrollo de este tipo de empatía del momento vital, requiere un esfuerzo por nuestra parte, pero nos ayudará a entender a nuestros abuelos con sus quejas, escuchar con cariño las tribulaciones de nuestra pareja, aceptar nuestros propios cambios, cuidar de un amor que evoluciona, admirar las renuncias que nuestros padres hicieron por nosotros...
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